Chicos e Internet: 10 señales a las que hay que estar alerta

Los padres saben que fiebre, dolor de garganta y decaimiento pueden ser los síntomas de una gripe. Ahora, ¿cómo darse cuenta cuando algo no anda bien en relación a los hijos y la Web?

Conversar con los hijos, observarlos y estar atentos a sus comportamientos puede permitir prevenir o atender a tiempo una situación que, de no tomarse en cuenta, podría tener consecuencias serias. Aquí, una serie de conductas o situaciones que deben encender una luz de alerta y que requieren intervención de los padres en lo que al vínculo de los hijos con las pantallas se refiere:

1. Tiempo: si los chicos pasan muchas horas frente a las pantallas (computadora, televisión, consola de videojuegos, celular, etc.) y cuesta hacer que se desconecten para hacer otra actividad, habría que estar atentos. Algunos pediatras consideran exceso más de cuatro horas con la suma de las pantallas antes mencionadas, pero este límite puede consultarse y conversarse con el pediatra de cabecera. Hay que estar especialmente atentos en vacaciones, cuando los tiempos se flexibilizan y a veces los chicos se duermen más tarde que los padres: aunque más flexibles, los límites con respecto al tiempo que pasan frente a las pantallas deben seguir existiendo. Del mismo modo, si bien es necesario que los chicos descansen y estén tranquilos en casa, no es bueno que pasen muchas horas sin ninguna propuesta, ya que eso los lleva a conectarse en exceso. Organizar encuentros con familia y amigos, paseos, etc. es lo más indicado para que los chicos tengan alternativas interesantes.


 
2. Bajo rendimiento escolar: si un niño que tenía buen rendimiento escolar de pronto comienza a dedicar cada vez más tiempo a la computadora y menos al estudio y las tareas, observándose un impacto en su desempeño en la escuela, esto constituye una señal de alerta. Lo recomendable es reducir los tiempos frente a la pantalla y pedir una entrevista con la maestra para plantear estrategias en conjunto entre la familia y la escuela.


3. Más vida virtual que real: hay que preocuparse cuando estar conectado se torna más importante que los vínculos sociales en directo y las actividades deportivas, cuando el chico pierde la capacidad de jugar, crear y divertirse y se interesa solo en la computadora o la consola de videojuegos. Conviene, entonces, reducir el tiempo frente a las pantallas e incentivar los programas con amigos, que invite a su casa o hacer salidas.


4. Dependencia: si el chico no puede alejarse mucho tiempo de la computadora o está exageradamente pendiente de ella (por ejemplo, si está en una reunión familiar y se aísla por estar en la computadora), si se lo nota angustiado o preocupado por no saber qué estará pasando en las redes sociales mientras él no participa, si manifiesta ansiedad por no poder estar conectado, si tiene reacciones violentas o de enojo frente al intento de los padres de poner límites al uso de pantallas o si no obedece los límites señalados por los padres, habrá que hablar con él y comentarlo con el pediatra para evitar que el problema se profundice.


5. Alteraciones del sueño: si el chico se queda jugando hasta muy tarde y de día se duerme en la escuela o en casa, o si los padres lo descubren conectado a la madrugada cuando se suponía que debería estar durmiendo y después de haberlo saludado y apagado su luz, habrá que intervenir. Será conveniente reforzar los límites y, de ser necesario, usar herramientas de control parental para que no tenga acceso a Internet a partir de determinada hora de la noche.




 6. Abandona la lectura por placer: si el chico tenía el hábito de la lectura instalado y observamos que lo abandona en pos del uso de distintas pantallas, habrá que intervenir antes de que sea tarde. Poner límites al tiempo de uso de tecnología, ir de compras a una librería, leer juntos, asociarlo a una biblioteca, etc., pueden ser acciones útiles para revertir esta actitud.

7. Dolor de cabeza o ardor en la vista: si después de estar en la computadora, o frente al televisor, el niño manifiesta alguna molestia de este tipo conviene reducir los tiempos de exposición, asegurarse de que exista una distancia óptima entre la pantalla y el niño y pedir una consulta con un oftalmólogo para descartar cualquier problema en la vista.
8. Silencio repentino: si hasta el momento los padres conversaban abiertamente con su hijo de las páginas que visitaba en la Web, con quién interactuaba en Facebook, etc. y de pronto no cuenta nada más o responde con evasivas, habrá que estar alerta. Lo mejor es sacar el tema y hablar de este silencio que preocupa a los padres, también es conveniente “darle palabras” al niño contándole ejemplos de las situaciones desagradables que pueden darse a partir de Internet y de la preocupación que tienen los padres pensando que algo de esto le esté sucediendo.
9. Muchas horas en la Web + cambio notorio en la personalidad, en la forma de vestirse, de pensar o de actuar: si esto se observa, hay que pensar que el niño puede estar siendo influenciado por alguna persona a través de la Web. Conviene regular los horarios, mostrarle que los padres notan este cambio y conversar acerca de las razones que lo motivan puede dar lugar a un acercamiento.
10. Abandona la computadora de golpe: si un niño que era usuario habitual de la computadora, participaba en redes sociales y hasta había que controlarlo para que no pasara demasiado tiempo frente a la pantalla de pronto deja de utilizar la computadora, habrá que preguntarse si habrá tenido alguna experiencia desagradable que haya provocado el alejamiento.

fuente
http://cibermama.speedy.com.ar
periodistas de las calles

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