ACTUALIDAD / (Guayaquil, 1935 - 1978) Cantante ecuatoriano. Conocido con los apodos de El Ruiseñor de América y Míster
Juramento, Julio Jaramillo es considerado el mejor cantante
ecuatoriano de todos los tiempos. Sus canciones, que hablan de amores y
desencuentros,
calaron profundamente en el público que se reflejaba en ellas.
Muchos consideran a este cantante como uno de los símbolos de la
identidad nacional. Las melodías que popularizó, entre las que
cabe mencionar De cigarro en cigarro, Alma mía, Interrogación, Odio
en la sangre, Te odio y te quiero, Carnaval de la vida o Cuando llora mi guitarra, todavía se escuchan en las radios
de Latinoamérica.
Habiendo perdido a su padre cuando apenas contaba con
seis años de edad, su madre trabajó como enfermera para mantenerlo.
Julio fue muy enfermizo durante su infancia: padeció bronconeumonía,
difteria, disentería, y hasta tuvo un principio de parálisis infantil.
Creció escuchando al dúo Guayaquil, a Olimpo Cárdenas, a Carlos Rubira
Infante y al dúo Villafuerte, artistas que marcaron una época en la
música nacional y que influyeron en su vocación por el canto.
Junto con Pepe, su hermano mayor, y contra la
voluntad de su madre, comenzó a cantar en casa del músico Toapanta.
Realizó sus estudios en la Filantrópica y en una escuela fiscal, bajo la
dirección del maestro Lauro Dávila, precisamente autor del pasillo Guayaquil de mis amores. Terminada la primaria, se empleó en una zapatería de calzado para mujer, y luego como barnizador de muebles.
A los diecisiete años ya era conocido por su hermosa y
cálida voz, y participaba en programas de Radio Cóndor. En 1950 se unió
con dos amigos y se dieron a recorrer los pueblos de Esmeraldas y
Manabí cantando en trío. En alguna oportunidad se vio obligado a volver a
su oficio de zapatero para sobrevivir. A pesar de los reproches,
castigos, lágrimas y ruegos de su madre, no fue capaz de dejar su vida
bohemia y parrandera.
Con la grabación de su primer disco, Pobre mi madre querida (1954), en dúo con doña Fresia Saavedra,
su nombre comenzó a ser conocido. A éste le siguieron el pasillo Esposa (1955), en dúo con Carlos Rubira Infante. El
salto a la fama se dio en 1955 con su vals Fatalidad, que
fue difundido por todas las radios del Ecuador y por las principales
emisoras
de otros países. La grabación de esta canción marcó el inicio de
su carrera formal y de su reconocimiento. Su consagración
internacional llegó con el bolero Nuestro juramento
(1957), momento en que realizó varias giras por América Latina:
comenzó un
peregrinaje por Ecuador, Colombia, Perú, Argentina, Uruguay y
Chile. Al regresar a su país, fue detenido y llevado a cumplir el
servicio
militar.
Vuelto a la vida civil en 1960, siguió con su
carrera, alcanzando actuaciones de hasta cuatro meses consecutivos en el
cine Guayas de Guayaquil, con lleno completo. Participó en la película Romance en Ecuador
y en otra rodada en Argentina. En 1965 se radicó en Venezuela, desde
donde realizó giras triunfales por México, Puerto Rico y toda América
Central. Grabó en dúo con Daniel Santos, Alci Acosta y Olimpo Cárdenas.
Su última gira internacional tuvo lugar por
Estados Unidos y Canadá. Los escándalos de su turbulenta vida también
eran con frecuencia noticia. Varias veces fue apresado y casi siempre
por problemas de mujeres o por incumplimiento con el Tribunal de
Menores. Además de haberse casado cinco veces, tuvo hijos con otras
mujeres, que llegaron a sumar un total de veintiocho. Nunca negó sus
orígenes humildes, se mostraba generoso, despilfarrador del dinero con
sus amigos, y prototipo del machismo porteño.
A
su regreso al Ecuador en 1975, cansado, envejecido prematuramente y
carcomido por la cirrosis, fue abucheado en una actuación en su ciudad
natal porque su voz ya no era la de antes. En los últimos años tenía un
programa en Radio Cristal titulado "La hora de J. J.", de cuya
propaganda a duras penas sacaba para vivir.
No obstante, cuando Julio Jaramillo murió, el
pueblo lo consideraba todavía como el gran cantante, lo cual contribuyó a
que en torno a él se tejiera la leyenda. Muerto a la edad de tan sólo
cuarenta y tres años, sus restos recibieron una despedida como ningún
otro personaje popular ha conocido en Guayaquil, pues se calcula que
fueron acompañados por unas 250.000 personas.
Después de su muerte, un empresario argentino
lanzó al mercado los discos de larga duración que contenían las
canciones (muchas de ellas inéditas) que Julio le grababa cuando tenía
necesidad de dinero, dando así base al dicho popular de que "el Ruiseñor cantaba mejor después de muerto". Su vida ha sido llevada al cine en el largometraje Nuestro Juramento, rodado en México y Guayaquil, con argumento de su hermano Pepe.