Teológicamente hablando, un Cristiano es alguien que ha recibido al
Señor Jesús como su Salvador personal, (Juan 1:12), cree sólo en Él para
el perdón de pecados (Hechos 4:12), no ha colocado su confianza en sus
propios esfuerzos para complacer a Dios (Isaías 64:6) y se ha
arrepentido de sus pecados (Marcos 1:15).
Experimentalmente hablando, la vida de un Cristiano no consiste solo
de conocimiento teológico. Es la teología la que define quién es Jesús y
lo que Él ha hecho, pero esto, no es el fin de todas las cosas. Sí,
somos Cristianos porque creemos en los puntos anotados anteriormente,
pero tenemos una relación vívida y abierta con el Señor Jesús. A Él lo
experimentamos a través de Su Espíritu en nosotros. Como Cristianos,
buscamos hacer la voluntad del Señor, seguir Sus pasos, honrar y
glorificar a Dios en todo lo que Él hace.
Para ser un Cristiano no es necesario llevar a cabo buenas obras PARA
PODER complacer a Dios, ya que, primero que todo, nuestras buenas obras
no son sino trapos de inmundicia (Isaías 64:6) y lo más importante,
somos hechos justos a los ojos de Dios por la obra terminada de Jesús en
la cruz, no por la nuestra (Romanos 5). Esta es una de las áreas donde
los cultos cometen sus errores. Ellos confunden las buenas obras con el
perdón de pecados al combinarlas y enseñar que Dios no nos aceptará si
no tratamos de ser buenos. Debido a que tienen un punto de vista
equivocado con relación a quién es Jesús, el verdadero sentido de lo que
es la salvación está equivocado.
Una objeción común a la doctrina de la justificación por fe, es que
si un Cristiano cree en Dios de la manera como lo enseño, entonces, él o
ella no necesitaría hacer algo bueno, por lo tanto, podrían ir y pecar
todo lo que ellos quisieran. Pero, primero que todo, esta objeción está
respondida en Romanos 6, ya que nosotros no somos salvos con el
propósito de impureza sino en el de santificación (1ª Tesalonicenses
4:7) y no usamos la gracia de Dios para pecar. Segundo, un Cristiano es
llamado para ser Santo (1ª Pedro 1:16). Tercero, un Cristiano es llamado
para hacer buenas obras (Efesios 2:10); es solo que estas obras no son
combinadas con nuestra fe para merecer el perdón de nuestros pecados,
más bien, estas son un resultado natural de nuestra condición de
salvados. Hacemos buenas obras porque somos Cristianos, no para ser Cristianos.
Adicionalmente, ser un Cristianos significa que Usted está sirviendo
al verdadero Jesús no a uno falso. Para que una persona siga a Jesús,
debe entender primeramente quién es Él. Si alguien llama a su mascota
iguana Jesús, aún cuando tenga gran fe en Jesús, la fe de esta persona
es inútil. La fe es solo tan buena como el objeto en el cual esta se
coloca. El Jesús Mormón es el hermano del diablo engendrado por una
relación sexual de un dios con una diosa los cuales fueron personas en
otro planeta (Doctrina Mormona, por Bruce McConkie, página 321). El
Jesús de los Testigos de Jehová es el arcángel Miguel el cual se
convirtió en hombre, murió en un palo de tortura y no se levantó de la
muerte en el mismo cuerpo con el que murió y entonces, regresó
convertido en un ángel (Ayuda para Entender la Biblia, página 1152;
Nuevos Cielos y Una Nueva Tierra, página 30). El Jesús de la Nueva Era
es un hombre a tono con la conciencia divina. En oposición a esto, el
Jesús de la Cristiandad, es tanto Dios y Hombre. Vea las dos naturalezas
de Jesús para mayor información acerca de esto.
Ser un Cristiano Significa Compañerismo con Jesús
¿Por qué creó Dios todo lo que creó? ¿Le hacia falta a Dios algo que
lo llevó a crear el universo y al hombre en éste? ¿Se encontraba Dios
solitario? No podemos responder estas preguntas en su totalidad, pero sí
podemos mirar la Biblia para encontrar las claves a estas preguntas.
1ª Juan 4:8 dice que Dios es amor y Juan 3:16 dice que “…porque tanto
amó Dios al mundo, que dio…” La naturaleza del amor es el dar el cual
se centra en “otro”; se enfoca en otro. (Lea 1ª Corintios 13 para
confirmar esto). Esta es la razón por la cual Dios dio a Su Hijo y por
la que yo creo que Dios nos creó a nosotros: para amarnos, para darse a
Sí Mismo por nosotros, lo cual es la mejor cosa que haya sucedido en el
universo. Pero el pecado entró en este escenario y Dios, en Su amor
misericordioso, mandó a Su Hijo al mundo para salvar al mundo.
El amor no es una doctrina, es una experiencia, una acción. En el
Jardín del Edén, Adán y Eva verdaderamente caminaban con Dios; el
creador del universo. Tenían compañerismo con Él, y el compañerismo es
una comunión íntima entre dos o más personas. Adán y Eva tenían esta
comunión íntima con el Señor. Pero cuando ellos pecaron ese compañerismo
se rompió. Dios entonces, derramó sangre al matar a un animal para
obtener las pieles y cubrir a Adán y a Eva. Jesús a propósito en Juan
6:46 dice que nadie nunca ha visto al Padre. Si Adán y Eva estaban
caminando con Dios en el Jardín del Edén, pero éste no era el Padre,
entonces, ¿quién era? Éste debió haber sido Jesús. Así que Adán y Eva se
escondieron de Dios pero Él los buscó. En Éxodo 25:8, Dios les dijo a
los Israelitas que levantaran un santuario para que Él pudiera así
habitar en medio de Su pueblo. En Juan 1:14, Jesús, Dios en carne,
habitó otra vez entre Su pueblo. En 1ª Corintios 1:9 somos llamados por
Dios para tener comunión con Jesús. En estas declaraciones hay profundos
indicios de que somos llamados a tener una relación personal con Jesús,
de la misma forma como la hubo en el Jardín del Edén y esto puede
suceder, precisamente, sólo a través de Jesús.
Adicionalmente, la palabra para “compañerismo” en el Griego es la
misma palabra usada para ‘comunión’. Cuando participamos de comunión,
participamos de compañerismo con el Señor. La comunión es una señal de
pacto de la promesa de Dios al darnos vida eterna y ésta es
representativa en el sentido de las promesas de Dios de estar con Su
pueblo. Pero la comunión real, la relación real con el Señor, es a
través del Espíritu Santo el cual siempre testificará de Jesús (Juan
15:26). Por lo tanto, el verdadero Cristiano, tendrá una relación íntima
y personal con el Señor Jesús.
El cultista no puede tener esta relación íntima y personal con Jesús
por diferentes razones. La primera debido a que el Jesús de ellos es
falso (Mateo 24:24); segundo, porque al Jesús de ellos no se le invoca
(ora) de la forma como se hace al Jesús de la Biblia (Zacarías 13:9 con
1ª Corintios 1:1-2; Hechos 7:55-60); tercero, porque al Jesús de ellos
no se le adora igualmente con el Padre (Juan 5:22-23; Juan 9:35-38;
Mateo 2:2,11; 14:33; 28:9; Hebreos 1:6); y cuarto, porque el Jesús de
ellos no es Señor y Dios. (Juan 20:28; Hebreos 1:8).
El Jesús de los cultistas no es Dios (él podría ser un dios entre
muchos, o podría ser un dios en menor medida). Por lo tanto, él no sería
buscado en una forma personal e íntima.
El Cristiano, por otro lado, tiene una relación real con el verdadero
Señor Jesús y esto sólo se lleva a cabo a través del verdadero Jesús;
al Jesús de la Biblia.
Ser un Cristiano es experimentar al Señor, tener un compañerismo dulce y real con Jesús, poder orarle y buscarlo a Él.
“Dios es fiel, quien los ha llamado a tener comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.”
(1ª Corintios 1:9)
(1ª Corintios 1:9)