Google no tendrá que vender Chrome. La justicia ha elegido otro castigo: uno que también amenaza con reconfigurar su negocio.
- Google evita vender Chrome, pero afronta nuevas restricciones
- El fallo ordena compartir datos con competidores y limitar contratos exclusivos
- La compañía apelará la sentencia, que marcará futuros casos antimonopolio
El fallo judicial contra Google en Estados Unidos, dictado por el juez federal Amit Mehta el 2 de septiembre de 2025.
Este fallo, parte de un caso antimonopolio iniciado en 2020 por el Departamento de Justicia, ordena a Google compartir ciertos datos de búsqueda con competidores calificados, como índices de búsqueda y registros de interacción de usuarios, para fomentar la competencia en el mercado de búsquedas en línea, donde Google controla cerca del 90% del mercado. Además, prohíbe a Google firmar contratos exclusivos que impidan a fabricantes de dispositivos preinstalar productos de competidores, como Google Search, Chrome, Google Assistant o Gemini, aunque permite acuerdos no exclusivos para mantener su posición predeterminada.
El juez rechazó medidas más drásticas, como la venta de Chrome o Android, argumentando que no se usaron directamente para restricciones ilegales y que una desinversión podría dañar a consumidores y socios. Google expresó preocupación por la privacidad de los usuarios y la posibilidad de que competidores hagan ingeniería inversa de su tecnología, y ha anunciado que apelará, lo que podría retrasar la implementación.
Este fallo, considerado histórico, busca romper el círculo de dominio de Google basado en datos exclusivos y acuerdos multimillonarios, como los 26,000 millones de dólares pagados en 2021 a empresas como Apple. Aunque no altera inmediatamente la experiencia del usuario, abre oportunidades para competidores como Microsoft, DuckDuckGo o startups de IA como OpenAI y Perplexity.
El tribunal también restringió los acuerdos que garantizan a Google la posición predeterminada en navegadores y dispositivos móviles. Estas exclusividades habían sido clave para mantener su presencia dominante, al asegurar que millones de usuarios usaran sus servicios. Aunque no se prohíben todos los pagos a socios, el juez busca limitar el alcance de esas prácticas. La compañía había propuesto eliminar algunos contratos para rebajar la presión del caso.
La variable IA: Mientras el caso avanzaba, el panorama tecnológico también cambió. Los motores de búsqueda ya no son el único punto de partida: asistentes basados en IA han comenzado a asumir tareas como planificar viajes, resumir documentos y responder consultas complejas. Google ha reaccionado con productos propios como AI Mode y Gemini, integrando IA generativa directamente en la página de resultados. El fallo no solo marca límites legales, también llega en plena transición del modelo que cimentó su dominio.
“Nos preocupa cómo estos requisitos afectarán a nuestros usuarios y su privacidad, y estamos revisando la decisión de cerca”, ha dicho Google en un comunicado, lo que abre la puerta a una posible apelación. En tal caso, el proceso apunta a extenderse durante mucho tiempo. La decisión del juez no es el final, sino el inicio de una nueva etapa legal que pondrá a prueba cómo se regulan los monopolios digitales. Mientras tanto, la empresa deberá adaptarse a las restricciones ordenadas. El caso se perfila como referente para otros juicios que enfrentan gigantes tecnológicos.