Los padres saben que fiebre, dolor de garganta y decaimiento pueden ser
los síntomas de una gripe. Ahora, ¿cómo darse cuenta cuando algo no
anda bien en relación a los hijos y la Web?
Conversar con los hijos, observarlos y estar atentos a sus
comportamientos puede permitir prevenir o atender a tiempo una situación
que, de no tomarse en cuenta, podría tener consecuencias serias. Aquí,
una serie de conductas o situaciones que deben encender una luz de
alerta y que requieren intervención de los padres en lo que al vínculo
de los hijos con las pantallas se refiere:
1. Tiempo: si los
chicos pasan muchas horas frente a las pantallas (computadora,
televisión, consola de videojuegos, celular, etc.) y cuesta hacer que se
desconecten para hacer otra actividad, habría que estar atentos.
Algunos pediatras consideran exceso más de cuatro horas con la suma de
las pantallas antes mencionadas, pero este límite puede consultarse y
conversarse con el pediatra de cabecera. Hay que estar especialmente
atentos en vacaciones, cuando los tiempos se flexibilizan y a veces los
chicos se duermen más tarde que los padres: aunque más flexibles, los
límites con respecto al tiempo que pasan frente a las pantallas deben
seguir existiendo. Del mismo modo, si bien es necesario que los chicos
descansen y estén tranquilos en casa, no es bueno que pasen muchas horas
sin ninguna propuesta, ya que eso los lleva a conectarse en exceso.
Organizar encuentros con familia y amigos, paseos, etc. es lo más
indicado para que los chicos tengan alternativas interesantes.
2.
Bajo rendimiento escolar: si un niño que tenía buen rendimiento escolar
de pronto comienza a dedicar cada vez más tiempo a la computadora y
menos al estudio y las tareas, observándose un impacto en su desempeño
en la escuela, esto constituye una señal de alerta. Lo recomendable es
reducir los tiempos frente a la pantalla y pedir una entrevista con la
maestra para plantear estrategias en conjunto entre la familia y la
escuela.
3. Más vida virtual que real: hay que preocuparse cuando
estar conectado se torna más importante que los vínculos sociales en
directo y las actividades deportivas, cuando el chico pierde la
capacidad de jugar, crear y divertirse y se interesa solo en la
computadora o la consola de videojuegos. Conviene, entonces, reducir el
tiempo frente a las pantallas e incentivar los programas con amigos, que
invite a su casa o hacer salidas.
4. Dependencia: si el chico no
puede alejarse mucho tiempo de la computadora o está exageradamente
pendiente de ella (por ejemplo, si está en una reunión familiar y se
aísla por estar en la computadora), si se lo nota angustiado o
preocupado por no saber qué estará pasando en las redes sociales
mientras él no participa, si manifiesta ansiedad por no poder estar
conectado, si tiene reacciones violentas o de enojo frente al intento de
los padres de poner límites al uso de pantallas o si no obedece los
límites señalados por los padres, habrá que hablar con él y comentarlo
con el pediatra para evitar que el problema se profundice.
5. Alteraciones del sueño: si el chico se queda jugando hasta muy tarde y de día se duerme en la escuela o en casa, o si los padres lo descubren conectado a la madrugada cuando se suponía que debería estar durmiendo y después de haberlo saludado y apagado su luz, habrá que intervenir. Será conveniente reforzar los límites y, de ser necesario, usar herramientas de control parental para que no tenga acceso a Internet a partir de determinada hora de la noche.
6. Abandona la lectura por placer: si el chico tenía el hábito de la lectura instalado y observamos que lo abandona en pos del uso de distintas pantallas, habrá que intervenir antes de que sea tarde. Poner límites al tiempo de uso de tecnología, ir de compras a una librería, leer juntos, asociarlo a una biblioteca, etc., pueden ser acciones útiles para revertir esta actitud.
7. Dolor de cabeza o ardor en la vista: si después de estar en la computadora, o frente al televisor, el niño manifiesta alguna molestia de este tipo conviene reducir los tiempos de exposición, asegurarse de que exista una distancia óptima entre la pantalla y el niño y pedir una consulta con un oftalmólogo para descartar cualquier problema en la vista.
8. Silencio repentino: si hasta el momento los padres
conversaban abiertamente con su hijo de las páginas que visitaba en la
Web, con quién interactuaba en Facebook, etc. y de pronto no cuenta nada
más o responde con evasivas, habrá que estar alerta. Lo mejor es sacar
el tema y hablar de este silencio que preocupa a los padres, también es
conveniente “darle palabras” al niño contándole ejemplos de las
situaciones desagradables que pueden darse a partir de Internet y de la
preocupación que tienen los padres pensando que algo de esto le esté
sucediendo.
9. Muchas horas en la Web + cambio notorio en la
personalidad, en la forma de vestirse, de pensar o de actuar: si esto se
observa, hay que pensar que el niño puede estar siendo influenciado por
alguna persona a través de la Web. Conviene regular los horarios,
mostrarle que los padres notan este cambio y conversar acerca de las
razones que lo motivan puede dar lugar a un acercamiento.
10.
Abandona la computadora de golpe: si un niño que era usuario habitual de
la computadora, participaba en redes sociales y hasta había que
controlarlo para que no pasara demasiado tiempo frente a la pantalla de
pronto deja de utilizar la computadora, habrá que preguntarse si habrá
tenido alguna experiencia desagradable que haya provocado el
alejamiento.
fuente
http://cibermama.speedy.com.ar
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